Todo parecía ser un desastre. Para Paula y para Pablo ese iba a ser un verano tremendamente aburrido. Pero, quizás por casualidad o tal vez un capricho del destino, sus caminos se cruzaron. Aunque el amor parezca muy bonito , no todo va a ser perfecto ese verano. Sin duda, si se quiere conseguir un sueño, no basta con sentarse a esperarlo.

martes, 4 de enero de 2011

Capítulo 2: Camino al aburrimiento.

Esta historia la narran dos personajes, Paula (en el capítulo anterior). Los asteriscos indican cambio de personaje, por eso ahora, el capítulo lo empieza contando el segundo personaje. 
**********
Un año más al pueblo del abuelo. En fin, no tenía otro remedio. Ya me hubiera gustado a mí quedarme en mi casa, pero mis padres no me iban a dejar solo, y ellos se iban a Ibiza. Así, como todos los años, tendría que irme al pueblo. No es que no me gustara ir allí. Es un lugar tranquilo y tengo un grupo de amigos que me caen genial, pero la verdad es que hubiera preferido quedarme en mi ciudad, con mis amigos.
Era la tarde antes de irme, y estaba tumbado en mi cama, con el ordenador. En el suelo, una maleta abierta cubierta por montones de ropa sin doblar. Música de fondo. Mis amigos al ordenador y yo, hablando con ellos. Eran las doce de la noche.
-¡Pablo! ¿Has hecho la maleta?
-¡Sí!
-Duérmete ya, mañana salimos temprano.
-¡Ya voy mamá! ¡Buenas noches!
   Mentía doblemente. Ni la maleta estaba hecha, ni yo me iba a dormir. Era el último día que podía estar hablando con mis amigos y lo pensaba aprovechar.
**********
El viejo Ford de mi padre esperaba puntual frente a mi casa, esperando que colocara las maletas y marcharnos rápidamente.
Apenas había desayunado una magdalena. No me gusta comer mucho antes de viajar porque  me mareo.
Subí a mi cuarto y cogí el equipaje: una maleta grande y un neceser. Di un repaso a mi cuarto, por si algo se me olvidaba.
-Buenos días. ¿Lista?- a mi padre parecía agradarle la idea de que me marchara al pueblo. Para él, iba a ser una “aventura”.
   Ni siquiera respondí. Dejé que mi padre metiera las maletas en el maletero y me subí en la parte trasera del coche, cogí mi iPod y me puse a escuchar música, transportándome a mi mundo y alejándome de la realidad mientras comenzaba mi camino al aburrimiento.
**********
Diez de la mañana. La maleta sigue en el suelo. Yo, en mi cama, bocabajo, desarropado, cubierto apenas por una camiseta y unos calzoncillos. El ordenador aún encendido, en la mesilla. El despertador sonó, pero apenas le hice caso. Seguí intentando concentrarme en mi sueño.
Luego, un despertador aún más eficaz: mi madre.
-¡Pablo!
-Ya voy.
Seguí durmiendo. Cinco minutos más tarde mi madre subió y un grito aún más fuerte hizo que me levantara de mi cama.
-¡Pablo!, ¿qué es esto?
   Al parecer mi madre se había percatado del montón de ropa desordenada que había sobre mi maleta.
No le respondí. Bajé a desayunar dejando a la pobre ordenando aquel desastre.
Delante del frigorífico, me decanté por una tostada con tomate frío que me tomé de pie, apoyado en la encimera de la cocina.
Después de desayunar, fui de nuevo a mi habitación donde la maleta ya estaba ordenada.
-Que sea la última vez.- dijo mi madre de pie, apunto de salir del cuarto.
   Por fin solo. En una vieja mochila de Quiksilver eché mi iPod, mi portátil, mi móvil y, desgraciadamente, los libros de lengua e inglés de 1º de Bachillerato. Ya estaba todo listo.
Me monté en el coche con mis padres, que después de dejarme, se irían al aeropuerto, y cogí mi iPod del fondo de la mochila, sobre la que, con música de fondo, apoyé mi cabeza para seguir durmiendo.


sábado, 1 de enero de 2011

Capítulo 1: La chica mas desafortunada del mundo

 “La chica mas desafortunada del mundo”. Así es como me sentía. Ojalá fuera como mis amigos y pudiera quedarme todo el verano en la ciudad, poder salir con ellos, ir a la playa, a fiestas o simplemente quedar para dar una vuelta. Pero no, yo tenía que ir al pueblo con mi abuela a pasar allí un verano tremendamente aburrido. Todo por culpa de mis padres que querían pasar un mes en una casa de playa con unos amigos.
La verdad es que conocía poco el pueblo. Apenas había ido cuando era pequeña, ya que mi abuela ahora, por lo general vive en la ciudad. Solo sabía que era un pueblo extremadamente pequeño. Quizás no supere los 200 habitantes, sin embargo, la mayoría de estos, seguro que supera los 60 años de edad. Solo hay 3 viejos restaurantes, a los que los hombres acuden por la tarde a tomar el café. Además, hay una  discoteca. Ni siquiera sabía si estaba abierta todavía. Supuse que la habrían cerrado por la falta de jóvenes.
Por otro lado, seguro que no había gente de mi edad. Tampoco es que quisiera que tuvieran exactamente mi edad. Unos años de diferencia no me preocupaban, pero que me superasen por unos 50 años ya era otra cosa. Además, no había Internet. No podría hablar con mis amigos. El móvil no era una buena solución, pues  el saldo no aguantaría un mes.
Desde luego me esperaban treinta días muy aburridos. Por eso, decidí coger mi ordenador y ponerlo en el fondo de la maleta, para poder escribir cuando me aburriera. Por lo menos, mi novela progresaría bastante durante mi estancia en el pueblo.
Comencé a darle los últimos retoques al equipaje. Había metido suficientes pantalones y camisetas, además de ropa interior, por supuesto, pero dudé si echar o no un par de vestidos, algo más arreglado. Finalmente me decidí a hacerlo. Pensé que seguramente no los usaría, pero aún así, los puse sobre todo el resto de ropa. Al final, eché prácticamente toda la ropa que tenía.
Por último, metí mi libro de lengua, de 1º de Bachillerato. Tendría que estudiar durante el verano. En realidad, no es que fuera mala en lengua, sino que en el último examen, me pilló la profesora con una chuleta y me suspendió el último trimestre. No era la primera chuleta que hacía, pero si la primera de toda mi vida que utilizaba. La tarde anterior al examen no  había podido estudiar, bueno, en realidad, me había quedado dormida. Tuve que estudiar rápido, pero lo último no se me quedaba y decidí hacer una chuleta. Esta consistía en unas cuantas palabras escritas en el fondo de la botella de agua. Sin embargo, la profesora me pilló.
Ya no quedaba más que meter. Todo estaba preparado. Decidí dormirme, pues al día siguiente, mi padre quería salir a las ocho de la mañana.
Metida entre las sábanas, pensaba en lo que me esperaría durante el verano. Un largo y aburrido verano, sin duda, lejos de mi ciudad.

Presentación

  Todo parecía ser un desastre. Para Paula y para Pablo ese iba a ser un verano tremendamente aburrido. Pero, quizás por casualidad o tal vez un capricho del destino, sus caminos se cruzaron. Aunque el amor parezca muy bonito , no todo va a ser perfecto ese verano. Sin duda, si se quiere conseguir un sueño, no basta con sentarse a esperarlo.