Todo parecía ser un desastre. Para Paula y para Pablo ese iba a ser un verano tremendamente aburrido. Pero, quizás por casualidad o tal vez un capricho del destino, sus caminos se cruzaron. Aunque el amor parezca muy bonito , no todo va a ser perfecto ese verano. Sin duda, si se quiere conseguir un sueño, no basta con sentarse a esperarlo.

jueves, 21 de abril de 2011

Capítulo 8: ¡Hey baby!

**********
Arranco la moto lo más rápido posible. Mierda. Me he quedado el último. Intento acelerar y me coloco al lado de Miguel. No consego adelantar más. Siempre junto  él. Nos miramos de reojo. A veces él va delante, otras, yo. No pasamos de eso. Por fin vemos la señal del siguiente pueblo, damos la vuelta a la pequeña rotonda y volvemos a nuestro origen.
Mierda. Miguel me ha adelantado. Ahora voy el último y eso significaba… ¡Oh no! Acelero. Velocidad máxima. Tras de mí voy dejando una estela de humo gris. Miguel justo delante de mí. La meta demasiado cerca. Miguel acelera. Yo también. ¡No! Llegué el último.
Manu se baja  de la moto. Ha ganado. Yo, por el contrario he perdido.
Después de descansar un poco, las chicas anuncian los resultados.
-Manu es el ganador.- dice Sonia.
-Y Pablo el perdedor.- anuncia Paula.
-Primero la prueba de Manu, elige.-Luis anima a mi amigo.
-Hummm..., elijo a…Paula.-responde él con seguridad.
**********
Se acerca a mí. Pfff....., para él será un premio pero para mi es un castigo. Bueno, no exactamente, pero no me apetece besar al señorito “chica cañón a las dos en punto”. Laura me empuja, mientras, Manu se acerca a mí.
El pelo medio rizado. Ojos verdes. Camiseta ancha, color verde, con el símbolo de Element en negro, pantalones vaqueros y una deportivas.
Se acerca mucho a mí. Me sujeta por la cintura y luego me besa. Poco tiempo, pues yo me aparto rápidamente.
-¡Hey baby!, que bien besas.- me susurra al oído.
  Me acerco a su oído y le digo:
-Sigo sin saber de qué época has salido, baby.-luego le guiño el ojo, y se pone colorado.
**********
Es mi turno. He perdido y lo peor es que la idea del castigo ha sido mía.
-Bueno, Pablo. Es tu turno.- Laura se ríe.
-Pfff.- es mi única respuesta.
-Vamos tío, es tu merecido.- todos están muy graciosos.  A mi no me hace ninguna gracia
   A zancadas me voy hacia el río. Todos me siguen. Entre los juncos me quito la camiseta, pero no los pantalones.
-¿Te vas a bañar con pantalones?-me pregunta Luis.
-Sí- obviamente, el motivo de esto está bastante claro. No quiero más burlas.
   Despacio me meto en el agua. Está helada. Se oyen los grillos canturrear entre las plantas. La luna llena ilumina el agua. La prueba consiste en meterse totalmente en ella, por lo que tendré que mojarme el pelo.
Sin pensármelo, me tiro al agua. Luego, saco la cabeza y la sacudo. Ahora tengo ganas de quedarme.
**********
-¿Nos metemos todos?- pregunta Luis animado.
-Yo me tiro.-dice Manu
  Con un gesto, Miguel da a entender que también se quiere meter en el agua.
Se marchan. Nosotras nos quedamos en la orilla, dubitativas. No sabemos si meternos o no. todavía son las doce. Hasta la una, nos da tiempo de secarnos.
Finalmente, decidimos bañaros. Detrás de los arbustos, nos quitamos la ropa. Nos quedamos en bragas y sujetador. Por suerte, el que me había puesto ese día es mono. Es gris, a juego con las braguitas. Tienen ambos unos pequeños corazones rosas.
-¿Nos metemos donde están ellos o por otro lado?- pregunto.
-A mi me da igual.
-Y a mí.
-A mi también.
   Nos vamos a la orilla, pero el agua está muy fría, así que nos ponemos a tomar la luna. Los chicos no paran de molestarnos, echándonos agua.
-¡Queréis dejarnos en paz! – les chilla Sonia.
   Nos ponemos a hablar, sentadas en la hierba.
-¿Cuántas os han quedado?- pregunta Sonia.
-A mi lengua.- respondo.
-A mi ninguna.-Laura tenía pinta de ser buena estudiante, lo supuse desde que la vi, no se por que. Es morena, pelo liso, bajita, tímida, ojos azules. No se, no tenía pinta de suspender.
-Pfff, a mi cuatro. Sociales, inglés, francés y matemáticas.- Sonia si tenía pinta de haber suspendido, y así es. Cuatro, nada menos. Su carácter alocado, el pelo ondulado, su forma de vestir a la moda...
-A mi ninguna.- Helena. No me esperaba eso de ella. Pensaba que le abría quedado alguna, la verdad.
-Maña… ¡ahhhh!- alguien me ha cogido en brazos. A mí  y a todas las chicas, todas vamos en brazos de algún chico, pataleando para que nos suelten. Sabemos muy bien las intenciones que tienen.

sábado, 2 de abril de 2011

Capítulo 7: Apuestas.

 **********
Me sentía tan bien. En el fondo, quería llevarme bien con ella,  a pesar de lo que me había hecho, parecía arrepentida
Mientras la abrazaba, vi que llegaban las chicas. Un grupo de tres: Sonia, rubia, simpática; Laura,  morena y tímida; y Helena, la chica perfecta para mi hace un año, mi exnovia.
-Hola- les dije, ya contento.
-¿Ya estás ligando otra vez?- dijo Sonia, que era la más atrevida.
-No, solo somos amigos- dijo Paula, a quien no le hacia gracia la idea de que fuera su novio, o eso parecía. No es que yo quisiera, por supuesto. Solo que  me hizo gracia su reacción.
-Bueno, ¿y quien es?- preguntó Helena.
-Oh, venga, no me seas celosa. Es una chica nueva, Paula.
-Yo…yo no estoy celosa. Solo quería saber quien era.
-Vale, tranquila.
 **********
Me hice bastante amiga de las chicas. Eran muy simpáticas. Sobre todo me hice amiga de Helena. Estuve mucho rato hablando con ella.
-Pablo está bien ¿eh?- me preguntó Helena, dándome un amistoso codazo.
-Psss.....- le respondí yo, que aún no me había parado a pensar si Pablo podía o no estar bien.- ¿Te gusta?
-Me gustaba. El verano pasado salí con él.
-Y ya habéis roto ¿no?
-Sí, porque de repente un día me dijo que ya no le gustaba, así, de repente.
-Pobrecita.
-Me pasé el día llorando. Pero eso es pasado, ahora ya no me gusta. ¿Y a ti?
-¿A mi? Que va.
   Pronto nos unimos a todo el grupo, a comer pipas. Estuvimos hablando acompañados por el sonido de las cáscaras. Tan solo eran las once. A mi por lo menos me dejaban hasta la una, igual que a todos. Mi abuela no se preocuparía, estaba con sus vecinas, charlando en la puerta de la casa.
-¿Cogemos las motos?- preguntó Jorge.
   Todos se miraron, y se levantaron corriendo hacia la calle, supuse que en busca de sus motos.
-¿Qué van a hacer?- les pregunté a las chicas.
-Carreras de motos, en las afueras del pueblo.- me respondió Helena.
-¿Vamos?- preguntó Sonia.
-Vale.-respondí yo.
 **********
Cogí mi moto, una vieja que había sido de mi padre. Estaba aparcada frente a la casa de mis abuelos. Por suerte no me vieron y no tuve que darles explicaciones.
Arranqué y me dirigí a la plaza, donde habíamos quedado todos para invitar a las chicas. Llegué donde ya estaban todos con sus motos. Ninguno llevábamos casco. Habíamos quedado en que Luis  sería el que  las invitase.
-¿Queréis venir?- preguntó Luis.
-Vale- respondió Paula.
Éramos cinco chicos y cuatro chicas, por lo que a uno le tocaría viajar solo.
Helena se montó en la moto de Manuel, Sonia en la de Jorge, Laura en la de Miguel y a Paula le tocaba decidir entre Luis y yo.
 **********
No sabía en qué moto montarme. Como apenas conocía  Luis, me monté con Pablo, con el que por lo menos había hablado más.
Sonrió cuando me monté, lo vi por el espejo. Fuertemente me agarré a él, apretando mi pecho sobre sus costillas. Olía muy bien, a una colonia que me resultaba familiar. Llevaba una camiseta ancha, de rayas negras y celestes. Unos vaqueros y unas zapatillas anchas. El pelo moreno, alborotado, con un flequillo que le tapaba la frente. Sí, estaba bueno, pero eso no quería decir que me gustase.
 **********
La miraba de vez en cuando por el espejo retrovisor. Su largo pelo rubio se alborotaba con el viento.
Era una idiota, me había hecho pasar un gran ridículo. Por otro lado, mi cerebro pensaba: ¡Pero que idiota más buena!
El vestido, de estos que no tienen tirantes, se le ajustaba en la cintura y era bastante corto. Tenía una sonrisa preciosa, con los labios color fresa, y unos ojos impresionantes, con unas pestañas larguísimas, seguramente por el rimmel. Aún así era una idiota.
 **********
Llegamos a las afueras del pueblo, donde vi de nuevo a las tres vacas de antes, al lado de un río. La última vez que había pasado por ese sitio había pensado que no conocería a nadie, y ahora estaba allí con ocho personas más.
Nosotras nos bajamos de las motos, ellos se quedaron. Empezaron a hacer apuestas, mientras nosotras escuchábamos.
-El que gane se lleva…-comenzó Luis.
-¿El qué?- preguntó Manu.
- Un beso de la chica que elija.-dijo Luis.
-Y el que pierda…- siguió Manu.
-Se baña en el río.- dijo Pablo.
-Vale. La carrera será hasta la señal del  pueblo siguiente. Ir y volver.- dijo Manu.
-Que las chicas se queden aquí y vean quien llega primero.
-Vale- dije.
   Se subieron en las motos, alineadas, todas a la misma distancia.
-3, 2, 1…ya- anuncié la salida, a la par que levantaba un pañuelo que había cogido de mi bolso.