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Arranco la moto lo más rápido posible. Mierda. Me he quedado el último. Intento acelerar y me coloco al lado de Miguel. No consego adelantar más. Siempre junto él. Nos miramos de reojo. A veces él va delante, otras, yo. No pasamos de eso. Por fin vemos la señal del siguiente pueblo, damos la vuelta a la pequeña rotonda y volvemos a nuestro origen.
Mierda. Miguel me ha adelantado. Ahora voy el último y eso significaba… ¡Oh no! Acelero. Velocidad máxima. Tras de mí voy dejando una estela de humo gris. Miguel justo delante de mí. La meta demasiado cerca. Miguel acelera. Yo también. ¡No! Llegué el último.
Manu se baja de la moto. Ha ganado. Yo, por el contrario he perdido.
Después de descansar un poco, las chicas anuncian los resultados.
-Manu es el ganador.- dice Sonia.
-Y Pablo el perdedor.- anuncia Paula.
-Primero la prueba de Manu, elige.-Luis anima a mi amigo.
-Hummm..., elijo a…Paula.-responde él con seguridad.
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Se acerca a mí. Pfff....., para él será un premio pero para mi es un castigo. Bueno, no exactamente, pero no me apetece besar al señorito “chica cañón a las dos en punto”. Laura me empuja, mientras, Manu se acerca a mí.
El pelo medio rizado. Ojos verdes. Camiseta ancha, color verde, con el símbolo de Element en negro, pantalones vaqueros y una deportivas.
Se acerca mucho a mí. Me sujeta por la cintura y luego me besa. Poco tiempo, pues yo me aparto rápidamente.
-¡Hey baby!, que bien besas.- me susurra al oído.
Me acerco a su oído y le digo:
-Sigo sin saber de qué época has salido, baby.-luego le guiño el ojo, y se pone colorado.
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Es mi turno. He perdido y lo peor es que la idea del castigo ha sido mía.
-Bueno, Pablo. Es tu turno.- Laura se ríe.
-Pfff.- es mi única respuesta.
-Vamos tío, es tu merecido.- todos están muy graciosos. A mi no me hace ninguna gracia
A zancadas me voy hacia el río. Todos me siguen. Entre los juncos me quito la camiseta, pero no los pantalones.
-¿Te vas a bañar con pantalones?-me pregunta Luis.
-Sí- obviamente, el motivo de esto está bastante claro. No quiero más burlas.
Despacio me meto en el agua. Está helada. Se oyen los grillos canturrear entre las plantas. La luna llena ilumina el agua. La prueba consiste en meterse totalmente en ella, por lo que tendré que mojarme el pelo.
Sin pensármelo, me tiro al agua. Luego, saco la cabeza y la sacudo. Ahora tengo ganas de quedarme.
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-¿Nos metemos todos?- pregunta Luis animado.
-Yo me tiro.-dice Manu
Con un gesto, Miguel da a entender que también se quiere meter en el agua.
Se marchan. Nosotras nos quedamos en la orilla, dubitativas. No sabemos si meternos o no. todavía son las doce. Hasta la una, nos da tiempo de secarnos.
Finalmente, decidimos bañaros. Detrás de los arbustos, nos quitamos la ropa. Nos quedamos en bragas y sujetador. Por suerte, el que me había puesto ese día es mono. Es gris, a juego con las braguitas. Tienen ambos unos pequeños corazones rosas.
-¿Nos metemos donde están ellos o por otro lado?- pregunto.
-A mi me da igual.
-Y a mí.
-A mi también.
Nos vamos a la orilla, pero el agua está muy fría, así que nos ponemos a tomar la luna. Los chicos no paran de molestarnos, echándonos agua.
-¡Queréis dejarnos en paz! – les chilla Sonia.
Nos ponemos a hablar, sentadas en la hierba.
-¿Cuántas os han quedado?- pregunta Sonia.
-A mi lengua.- respondo.
-A mi ninguna.-Laura tenía pinta de ser buena estudiante, lo supuse desde que la vi, no se por que. Es morena, pelo liso, bajita, tímida, ojos azules. No se, no tenía pinta de suspender.
-Pfff, a mi cuatro. Sociales, inglés, francés y matemáticas.- Sonia si tenía pinta de haber suspendido, y así es. Cuatro, nada menos. Su carácter alocado, el pelo ondulado, su forma de vestir a la moda...
-A mi ninguna.- Helena. No me esperaba eso de ella. Pensaba que le abría quedado alguna, la verdad.
-Maña… ¡ahhhh!- alguien me ha cogido en brazos. A mí y a todas las chicas, todas vamos en brazos de algún chico, pataleando para que nos suelten. Sabemos muy bien las intenciones que tienen.